lunes, 7 de noviembre de 2016

La muñeca encantada



Era un día normal y la abuela decidió ir al cementerio llevando a su menor nieta. Ella criaba a la niña junto con su esposo.

Cerca de una de las tumbas, la niña encontró una muñeca olvidada. Le gustó mucho y la recogió al instante para mostrársela a su abuela.

La abuela le dijo que era probable que la muñeca fuera de alguna otra niña a la cual se le debió haber caído. Así que miraron por todos lados para ver si encontraban a alguien que reclamara la muñeca. En realidad a la abuela no le hacía muchas gracias que su nieta se quedara con esa muñeca de extraña procedencia pero como no encontraron a ninguna dueña para la muñeca, la niña se apropió de ella y se la llevó a su casa.

Los primeros días con la ilusión de su muñeca nueva, la niña hablaba sola en su cuarto y jugaba. La abuela escuchaba como la niña jugaba en su habitación.

Pero poco a poco la niña fue volviéndose respondona y malcriada e incluso empezó a dejar de comer.

Cuando la abuelita le preguntaba porque no quería comer ella contestaba que la muñeca no quería que comiera y que a la muñeca no le gustaba que sea buena.
Ella decía que si no hacía lo que la muñeca le decía, la muñeca le pegaría.

La abuela obviamente le comenzó a decir al principio que dejara de jugar y que comiera porque las muñecas no hablaban pero la nieta seguía diciendo con toda seguridad que ella si hablaba con su muñeca.

Cuando las cosas llegaron a un estado crítico, la abuela preocupada escuchó unos gritos de la niña. Escuchó golpes y que la niña lloraba en su habitación.

La abuela fue acorriendo a ver lo que sucedía y cuando abrió la puerta del cuarto se dió con una sorpresa. La niña estaba sobre las piernas de la muñeca y ésta le estaba dando nalgadas e insultando.

La muñeca tenía los ojos iluminados de una luz verde y con odio le pegaba a la niña.

La abuela intentó salvar a su nieta, pero la muñeca era muy fuerte y empezó a jalarla de los cabellos. La anciana llamó a su esposo para que la ayudara y entre los dos arrancaron de los brazos de la muñeca a la niña. La muñeca se escapó corriendo por la ventana dejando dentro de la habitación uno de sus zapatos.

Durante la noche, los perros ladraban y varios vecinos vieron que una figura pequeña rondaba los jardines.

A la mañana siguiente los perros amanecieron muertos, como si alguien con un puño pequeño los hubiesen dado mil golpes hasta matarlos.

Todas las noches sucedía algo extraño; así que la abuela decidió consultar con un párroco y éste fue a bendecir la casa y les pidió a la niña y a la abuela que fueran juntas a dejar el zapatito de la muñeca al cementerio donde lo habían encontrado.

Ellas hicieron lo que les dijo el padre y desde ese entonces la muñeca no ha aparecido más.

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