
- El shugurra, una corona de
estepa.
- El collar de cuentas de
lapislázuli.
- La vestidura real.
- El ungüento de ojos "Que
venga él, que venga él".
- El pectoral "Ven hombre,
ven".
- El aro de oro.
- La vara y la cuerda de medir de
lapislázuli.
A las puertas del inframundo,
Inanna pide ser recibida por su hermana Ereshkigal, con la excusa de organizar
el funeral de su cuñado. Cuando el vigilante de la puerta hace saber a la reina
del inframundo esta petición, ésta monta en cólera y ordena que se cierren las
siete puertas con llave y que se deje pasar a Inanna con la condición de que
antes de pasar cada puerta debe desprenderse de una de las siete insignias.
De esta forma, Inanna se presenta
delante de su hermana desnuda e indefensa, y con sus intentos desesperados de
apoderarse del trono no consigue más que los jueces del inframundo dicten su
condena a muerte y acuerden que su cuerpo sea colgado de un gancho sujeto a la
pared.
Cuando se cumplió en plazo de
espera e Inanna no había regresado, Ninshubur decidió actuar. Realizó
lamentaciones y apeló a otros dioses para que ayudaran a la reina del cielo y
la tierra. Tanto Enlil como Nannar se niegan alegando que ha sido la ambición
de la diosa la que la ha llevado a la situación en la que se encontraba.
Solo Enki se apiada de ella y
decide ayudarla. De la mugre de sus uñas crea dos seres (sus nombres reflejan
los de oficiantes de cultos o travestidos relacionados con los rituales de
Inanna). Estos seres consiguen ser recibidos por Ereshkigal fingiendo sentir
conmiseración por sus sufrimientos.
Adulada, Ereshkigal decidió
ofrecer una recompensa y éstos, instruidos por Enki, piden el cuerpo de Inanna,
el cual rociaron con el Agua de la Vida que les otorgó el dios. sin embargo,
los jueces del inframundo exigieron que ella aportara a alguien que la
supliera. Una hueste de demonios la acompañó en su camino de regreso, y al
salir a la tierra, detienen a Ninshubur. Inanna se negó e impidió que ningún
dios que hubiera guardado duelo por ella fuera apresado.
Pero al ver a su esposo Dumuzi
ataviado con esplendorosos ropajes y sentado sobre un gran trono de oro, lo
señala encolerizada y lo entregó a los demonios para que la supliera en el
inframundo. Al final, la hermana de éste, se apiadó de él y decidieron que cada
uno pasaría medio año en el inframundo y el otro medio en la tierra.
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